miércoles, 30 de septiembre de 2015

Un día con suerte

Este verano ha sido muy intenso y he leído mucho pero para mí cita con Uno al mes me apetecía leer algo diferente.

Una amiga me había comentado que se había leído un libro que se titulaba "Un día con suerte" y que era uno de esos libros que engancha y me lancé a la piscina.

"Un día con suerte" es de una novela de Carlos J. Server y está considerada una de las novelas más divertidas del año, yo no sé si la daría tal calificación pero sí que reconozco que es una novela que no puedes dejar de leer y que es muy amena.

El mayor premio jamás otorgado por la lotería europea ha caído en un pequeño pueblo de Girona. Lo que en un principio es el día más feliz para sus habitantes, pronto se convierte en una carrera contrarreloj para encontrar al agraciado y cobrar el boleto. Un cura con incontinencia verbal, una jubilada con fantasías sexuales con el carnicero, un alcalde que lleva 30 años siéndolo o un cartero enamorado de la mujer del panadero son algunos de los diferentes personajes que pueblan esta novela.

Es una historia que me recuerda mucho a las antiguas películas de Cine de Barrio, las que estaban protagonizadas por Gracita Morales, Ozores y compañía... el cura es un ser muy curioso y según vas leyendo te vas encariñando cada vez más de él y de sus excentricidades.

Algunas situaciones están llevadas al límite pero quien ha vivido en un pueblo o veranea en uno reconoce más de una de ellas en la historia, el chismorreo, el que todo el mundo se conozca, la hora del vermut...

Es un libro divertido, que está muy bien escrito, una lectura sencilla que te atrapa desde casi la primera página, porque ¿quién será de todos los habitantes del pueblo el que ha ganado el premio de la lotería?, ¿conseguirá finalmente cobrar su premio?... el ganador es alguien que no se espera nadie.


Os animo a leerlo porque seguramente disfrutareis con la lectura.

2 comentarios:

  1. ¡¡Apuntado queda que no nos sobran las novelas divertidas ni las noticias tampoco!!

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  2. Me lo apunto porque en las tardes de otoño no hay nada como un libro para sonreír.

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