Nunca ha tenido problemas para bañarse, es
más, le encanta, le gusta muchísimo meterse con su hermano en la bañera,
chapotear, que le caiga agua por la cara... pero ha sido llegar el verano, ver
las piscinas llenas de agua y no querer ni acercarse.
La cosa empezó con la piscina hinchable de
casa, una mini piscina súper pequeña que tengo en la terraza, no quiso ni ir a
mirar que había dentro mientras su hermano chapoteaba y se reía sin parar, pero
el pánico le entró el día que vio la piscina del abuelo llena de agua, no
quería estar a menos de 10 metros de allí.
Poco a poco parece que ha ido perdiendo
ese miedo o pánico por una gran masa de agua. En todo momento hemos respetado
su miedo, no la hemos impuesto nada y la hemos acompañado en su camino, despacito
pero con buena letra. No ha habido lloros, ni frustración ni agobios ni
presiones.
El primer día tan solo quiso quedarse a
los pies de la piscina encima de su papá mientras Eric y yo jugábamos dentro
del agua.
El segundo día metió los pies en la piscina
infantil municipal y participó de los juegos del resto de niños. Al final de
ese día se sentó en el agua y también se metió abrazada a mí en la piscina de
mayores.
El tercer día, otra vez en la piscina del
abuelo, se metió varias veces conmigo abrazada y jugó muy entretenida con su
cubo y su pala.
No va para sirena (por ahora) ni se muere
por meterse en una piscina, pero poco a poco ha ido venciendo ese miedo atroz
que le daban las piscinas y disfrutando del agua.
No sabemos cómo acabará el verano pero la
proyección es buena y sus ganas de intentarlo, siendo tan pequeña, nos ha
dejado sorprendidos a toda la familia.
Cada niño es un mundo, debemos respetarlos
y guiarlos y eso estamos haciendo.
Qué bien haces publicando este post! Yo he sido una niña con terror al agua. Sufrí intentos muy invasivos en casa y en el colegio: todos querían obligarme a aprender a nadar. Consiguieron justo lo contrario. Daba igual que lo intentasen por las buenas o por las malas (llegando incluso algún monitor de la piscina a tirarme al agua para que "me defendiese"). Aún hoy cuando voy a una piscina el olor del cloro me pone nerviosa. Voy con mi pareja o amigos, aunque no es mi lugar preferido del mundo y desde que acabé el colegio tardé muchos años en volver a pisar una piscina.
ResponderEliminarPor eso me gusta mucho cómo terminas el post hablando de respetar las sensaciones de los peques y guiarlos. Es un magnífico consejo, habla una damnificada del miedo al agua ;P ¡¡Gracias!!
Lo habéis echo genial por eso poco a poco a ido perdiendo el miedo. Odio estar en la playa o en la piscina y oír a los niños gritar porque los obligan a meter en el agua me parece genial vuestra decisión de dejarla a ella poco a poco ;)
ResponderEliminarSeguro que terminara el verano sin salir del agua!! La mia tenia un miedo atroz a la arena (vivimos en un pueblode playa) y ahora en cambio si vamos a la piscina se "aburre" mas, y en la playa no para de hacer castillos!jeje!
ResponderEliminarTodos necesitan su tiempo de adaptacion :)
Un abrazoo