El enano siempre ha dormido bien, malas noches las ha tenido, como todo hijo de vecino, pero en general es un niño dormilón.
Desde que tenía más o menos seis meses agrupó su sueño diurno en tres grandes siestas, sobre las once, después de comer y después de merendar. Solían durar entre una y dos horas. Eso nos dejaba tiempo a su papá y a mi para organizar, poner lavadoras, recoger y una vez que se despertaba dedicarnos a él completamente.
Pero desde que cumplió el año todo esto cambió radicalmente. La primera siesta en desaparecer fue la de las once de la mañana y después la de la merienda.
Ahora, con casi dieciséis meses cumplidos sólo realiza una siesta en todo el día, después de comer y puede durar entre dos o tres horas.
Es un proceso normal de maduración de su cerebro y que forma parte de su crecimiento. Quiere y necesita más tiempo para jugar, aprender, descubrir...y ahora la que necesita más siestas soy yo ;)
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