El lunes empezó el peque el campamento
urbano de verano, son un par de horas por la mañana con juegos deportivos,
actividades y manualidades en un cole diferente al suyo.
Muchos niños llegaron nerviosos e incluso
algunos lloraron y determinados adultos (abuelos principalmente) no fueron
conscientes de su miedo.
El peque entró tan pancho, tengo la suerte
de que este tipo de cambios no le afectan (visiblemente), le gusta conocer
gente y espacios nuevos y estaba encantado con la idea de ir a hacer
manualidades. La mayoría de niños de su grupo son compañeros suyos del colegio
y eso ayuda.
Por el contrario hubo algún niño, incluso
algún amigo, que no lo llevó tan bien. Un cole nuevo, con rutinas distintas,
con monitores/profesores de referencia diferentes no era para asimilarlo
rápidamente y lo comprendo y lo entiendo.
¿O es que nosotros lo adultos no tenemos
la misma ansiedad en circunstancias semejantes?, ante un cambio de trabajo,
ante el comienzo de un curso donde no conocemos a nadie, un cambio de
departamento o de oficina...
Los adultos también nos "comemos la
cabeza" pensando en cómo será el sitio nuevo, si caeremos bien a los
compañeros, si lograremos tener amigos, si el profesor/jefe será agradable...
incluso más de uno no dormirá bien por las noches... pues lo que no entiendo es
que ante el mismo escenario muchos adultos no sepan entender el miedo de sus
hijos, sus lágrimas e incluso su silencio.
Los niños son personas, más bajitas, pero
personas igualmente, con miedos, ansiedades, incertidumbres y nosotros como
padres y adultos debemos acompañarles en su miedo y ayudarles a superarlo. De
nada sirve que les ridiculicemos o nos riamos ante el resto de su llanto.
Seamos más empáticos con nuestros
hijos/nietos, ellos nos lo agradecerán enormemente.