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miércoles, 3 de julio de 2013

La poca empatía de los adultos

El lunes empezó el peque el campamento urbano de verano, son un par de horas por la mañana con juegos deportivos, actividades y manualidades en un cole diferente al suyo.

Muchos niños llegaron nerviosos e incluso algunos lloraron y determinados adultos (abuelos principalmente) no fueron conscientes de su miedo.

El peque entró tan pancho, tengo la suerte de que este tipo de cambios no le afectan (visiblemente), le gusta conocer gente y espacios nuevos y estaba encantado con la idea de ir a hacer manualidades. La mayoría de niños de su grupo son compañeros suyos del colegio y eso ayuda. 

Por el contrario hubo algún niño, incluso algún amigo, que no lo llevó tan bien. Un cole nuevo, con rutinas distintas, con monitores/profesores de referencia diferentes no era para asimilarlo rápidamente y lo comprendo y lo entiendo.

¿O es que nosotros lo adultos no tenemos la misma ansiedad en circunstancias semejantes?, ante un cambio de trabajo, ante el comienzo de un curso donde no conocemos a nadie, un cambio de departamento o de oficina...

Los adultos también nos "comemos la cabeza" pensando en cómo será el sitio nuevo, si caeremos bien a los compañeros, si lograremos tener amigos, si el profesor/jefe será agradable... incluso más de uno no dormirá bien por las noches... pues lo que no entiendo es que ante el mismo escenario muchos adultos no sepan entender el miedo de sus hijos, sus lágrimas e incluso su silencio.

Los niños son personas, más bajitas, pero personas igualmente, con miedos, ansiedades, incertidumbres y nosotros como padres y adultos debemos acompañarles en su miedo y ayudarles a superarlo. De nada sirve que les ridiculicemos o nos riamos ante el resto de su llanto.


Seamos más empáticos con nuestros hijos/nietos, ellos nos lo agradecerán enormemente.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Dieciséis meses


Hoy el enano cumple dieciséis meses y desde el sexto mes el tiempo parece que vuela.

Según la revisión del otro día, mide 82 cm y pesa 11,250 kg, sigue sus dos curvas con normalidad.

Ya anda muy bien (aunque sigue torciendo un poco el pie izquierdo), se levanta y se sienta con soltura (algo que le ha costado un poquito) y gatea (que hasta hace nada se arrastraba con el culo).

Parlotea mucho, palabras sueltas, cada vez son más y entiende órdenes sencillas (enciende la luz, guarda el juguete, traeme eso), se nota que comprende y nos entiende pero que todavía no sabe expresar lo que nos quiere decir.

Con la comida no tiene problemas, empieza a masticar y le gusta, es un tragón, aunque es cierto que el vaso anti-derrame lo tengo un pelín olvidado, tengo que insistir más en este aspecto y olvidarnos un poco del biberón, pero me da miedo que deje de beber sus 200 ml de leche en la merienda por cambiar el recipiente.

El sueño lo lleva en términos generales bien, duerme de nueve y media hasta las ocho y cuarto, puede despertarse una o dos veces pero es para pedir agua, vamos algo normal.

Y lo que más me gusta son sus ganas de aprender, de descubrir, su increíble energía y sobretodo sus besos, le cuesta darlos pero cuando lo hace me derrito...

Hace poco descubrí un truco: si finjo tener una "pupa" tengo el beso asegurado. Y así me paso el día fingiendo heridas y dolores.

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