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lunes, 3 de enero de 2011

¿Trastadas o manías?

Hoy quiero contaros alguna de las cosas (actos sin importancia) que a mi niño le gusta hacer:

Mandarinas. Esto que veis aquí es una columna de mi cocina, no es que sea rarita para decorar es que mi enano todas las mañanas mientras le preparo el desayuno coge una mandarina, la quita la pegatina, la coloca en la columna, muerde la fruta, la devuelve a su cuenco mordida y se va a ver la tele. Muy metódico él.
¿Y por qué no las quito?, una vez lo intenté, se mosqueó un montón y decidió pegar la pegatina en un lugar poco visible, me costó dos días encontrarla, de esta forma se donde está, de vez en cuando le quito alguna pero siempre dejo unas cinco o seis para que vea barullo.
Tengo ganas de que llegue el veranito, no creo que pueda con los melones.

Papel. Es entrar al cuarto de baño y esté donde esté viene corriendo como alma que lleva al diablo, no le interesa saber que haces lo único que quiere es coger el papel higiénico y salir pitando de allí. Me río yo del perro del anuncio. Le sirve tan sólo un segundo de despiste para engancharlo y tirar de él. Creo que tiene accciones en Scottex y no me lo ha dicho.

Correspondencia. Hace unos meses mi marido tenía un examen, para poder presentarse debía llevar una carta, buscamos y rebuscamos por toda la casa (y eso que es pequeña) y no la encontramos, al final tuvo suerte y pudo presentarse sin ella... pero el otro día le ví... cogió una carta del banco y con sus mini deditos la coló debajo del mueble del salón. ¿Sabéis lo que pesa un mueble de un salón, por muchos módulos que tenga?. Lo moví y ¡Dios mío!, allí teníamos cartas para aburrir, a parte de la famosa del examen. Lo mejor del todo es la cara de sorpresa que puso, como diciendome y "¿esto como ha llegado hasta aquí?".

Urraca. Mi hijo tiene complejo de urraca lo reconozco. Hace un tiempo empecé a notar la falta de pequeñas cosas, la pieza roja del encajable, una ficha de Pocoyo, una tapa del bote de la mermelada, pelotas, chupetes...cosas no muy importantes y que buscando y limpiando no encontraba y pensaba que se habían ido a la basura... hasta que se perdió el tirador de su cómoda, por ahí no podía pasar, todos los tiradores van a juego y es algo bastante grande. Puse la casa patas arriba y no conseguí encontrarlo. Y decidí pensar como un enano, ¿donde lo metería?. En el salón tengo unas ramas secas metidas dentro de un jarrón opaco bastante grande, saqué las ramas y ahí estaba el tesoro. Su cara fue un poema, ahora cada vez que se pierde algo es donde primero busco.

Por ahora estas cosas más que molestarme, ¡me encantan!

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