Soy una persona tremendamente activa, me paso el día haciendo
cosas y planeando hacer muchas otras, debido al "reposo relativo" al
que me he visto forzada estos meses (y los que me queda) he tenido que aprender
a frenar, bajar el ritmo y delegar.
La primera perjudicada en esta ecuación ha
sido la casa, me gusta mucho tener todo limpio y ordenado pero sola no puedo
hacer determinadas cosas y tengo que esperar a que llegue el fin de semana para
poder limpiar todo correctamente con mi marido. Si limpio entre semana es una
habitación por día y a la velocidad de un caracol para evitar sustos y esfuerzos...
total que me siento como una anciana.
He tenido que renunciar a cosas que me
gusta mucho hacer como acompañar a mi peque a baloncesto, no puedo estar
sentada una hora en los banquillos porque el dolor que luego tengo es enorme,
menos mal que este año el padre puede ir todos los días con él y algún que otro
lunes o miércoles también se apunta el abuelo.
En el aspecto laboral también he tenido
que frenar, no puedo ir a realizar mis cuentacuentos y talleres, aunque el
trabajo desde casa sí que lo puedo seguir haciendo. Sé que es un parón temporal
pero me ha costado derramar más de una lágrima. En este aspecto me siento
afortunada al trabajar desde casa, el poder gestionarme mi tiempo, el poder
parar o tumbarme si estoy un poco más cansada ese día y el poder seguir
sintiéndome ocupada para mi es importantísimo en este momento.
Y lo más importante, he aprendido a
delegar. Soy tremendamente perfeccionista en muchos temas, me gusta hacer las
cosas yo misma para hacerlas como quiero, pero he aprendido que delegar también
es importante. Mi marido está haciendo una labor impresionante, cargándose y
encargándose de mil cosas para que pueda estar descansando y ocupándome de mi
embarazo.
El sentimiento de culpa no me abandona por
cargarle de tareas pero él siempre me dice que yo estoy haciendo lo más difícil
que es "nuestro bebé" y que tengo que descansar y obedecer al médico.
Cada vez va quedando menos, hay que seguir
sumando días y semanas hasta que lleguemos a conocer a la gordita y empecemos
una nueva rutina.