En el centro de este libro hay un muro. A un lado, un pequeño caballero con armadura. Al otro, un tigre feroz, un enorme rinoceronte y un ogro que se zamparía de un bocado a nuestro caballerito. Pero él está tranquilo porque el muro lo protege de todo peligro. O eso es lo que él cree.
Este libro es una auténtica maravilla que recomiendo tener en casa o en el colegio. Su historia, de una forma magistral y sencilla, nos invita a no dejarnos llevar por las apariencias, a ampliar nuestros horizontes y a alejarnos de estereotipos.
¿Cuántas veces nos guiamos por las apariencias?, ¿cuántas veces los prejuicios que tenemos o trasmitimos a nuestros hijos nos hacen perdernos grandes o pequeñas aventuras?
El caballero de nuestro cuento está tranquilo en su lado del libro porque cree que el muro le salva de los peligros que existen en el otro lado, sin darse cuenta, que en su propio lado existen otros peligros tal vez mayores. ¿Quién le prestará ayuda?, ¿tal vez alguien en quién nunca hubiera confiado?
A parte del trasfondo que tiene la historia me gusta especialmente que el autor y el dibujante en este caso sea el mismo, Jon Agee. Esto dota al libro de una complicidad que raramente se da en otras historias donde el ilustrador y el autor ni siquiera se conocen personalmente.
Ilustraciones sencillas, poco texto en letra muy grande, clara y legible, pero con una historia que merece la pena escuchar. Me gusta que necesita tres o cuatro lecturas para que los peques descubran todo lo que esconde sus páginas. En una primera lectura se centran en una parte del muro, en la segunda en la otra parte descubriendo los peligros escondidos, en la tercera unen por arte de magia lo que está ocurriendo... las siguientes son para recrearse en los detalles.
En casa lo habremos leído ya unas cien veces sin exagerar y es que es uno de los álbumes que Irene elige cada noche para leer.
¿Qué os parece?
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