jueves, 29 de enero de 2015

Enamorada

Uno de los miedos que tenía cuando me quedé embarazada de Irene era pensar si la podría querer tanto como a su hermano.

El amor que siento por Eric es tan grande que imaginaba que nunca nadie podría igualarlo, me costaba pensar en querer a otro hijo tan intensamente como a mi pequeño pero una vez más la maternidad te enseña que el amor no se resta o se comparte sino que simplemente suma.

Estoy enamorada hasta las trancas de mi pequeña, me encanta comérmela a besos, hacerle mil caricias, tenerla en mis brazos, olisquear su rico olor a bebé o simplemente mirarla.

Vuelvo a redescubrir la vida una vez más, como ya lo hice con su hermano, y disfruto con cosas pequeñas como pasar un ratito en los columpios del parque, construir torres y luego destrozarlas o chapotear en la bañera.

Estoy cansada porque la bimaternidad es agotadora, más si trabajas desde casa y tienes que hacer malabarismos con el bebé y el curro, pero estoy inmensamente feliz.

Me derrito cuando veo a esta picarona de ojos azules arrastrarse pasillo arriba para llegar hasta mi y darme besitos, es una mimosona que se derrite cuando la haces caricias o la das palizas de besos y que se pone "celosona" cuando ve que cojo a su hermano y me lo como a besos.


Reconozco que vuelvo a estar enamorada y es amor del bueno.

2 comentarios:

  1. Hola: coincido totalmente contigo. A los dos hijos se les quiere inmensamente... hay amor para los dos. Seguimos en contacto

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  2. Qué bonito Patricia. El amor maternal es inigualable en intensidad y sentimiento. Yo también siento eso con mi pequeño Martín.

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