Tema espinoso para empezar pero quien no arriesga no gana.
Decir que por supuesto soy de la opinión que la lactancia materna es lo mejor tanto para el bebé como para la madre y por eso leí mucho antes de nacer mi peque sobre posturas, cómo conseguir que se enganchar, la liga de la leche… llegado el momento nada sirvió, mi enano estaba dispuesto a ello pero mis pechos no. No conseguía que saliera nada y cuando digo nada, es nada.
Decenas de enfermeras se pasaron por mi habitación a tocarme y espachurrarme las tetas, todas con la misma frase “¿cómo que no tiene calostro?, es que es primeriza y no sabe” (por supuesto que no sabía, pero ¡¡de donde no hay no se puede sacar señora!!), al final TODAS (incluida la jefa de enfermería de neonatos) se iban con la cabeza gacha y respondían: “ pues si, parece que lo va a tener difícil, no tiene nada”.
Conclusión que al final el bebé tomó biberón en el hospital ya que al tercer día de comprobar que no salía nada de nada no se arriesgaron a que el pequeño pasara más hambre.
Aún así no me desanimé y una vez en casa probé con el sacaleches, poniendo más a menudo al bebé, con y sin pezoneras, con duchas de agua caliente, con calor y frío, con masajes, con ayuda de la matrona… todo fue en vano y pasaban los días y de ahí tan solo salían veinte chupetadas de mi pequeño.
Mi moral cada vez más por los suelos, no dejaba de llorar y de pensar que era mala madre, que no sabía hacer las cosas, que era tonta, inepta… en fin una depresión en toda regla. Todo esto unido a la “ayuda” y comentarios de matronas, enfermeras, médicos, amigos y vecinos, estuvo a punto de acabar conmigo, hasta que…
Mi madre dijo “¡Basta!, tu bebé te necesita a ti no a tu teta, necesita a su mamá, sus cuidados, sus mimos. Te necesita a ti al 100%, positiva, relajada y eso no lo está teniendo”
Y ahí acabó mi calvario, desde ese momento mi niño empezó con el biberón a demanda y yo dejé de estrujarme el pecho, de comerme la cabeza y de sentirme culpable.
Más tarde descubrí que a mi padre (que tiene ya casi 76 años) lo tuvo que criar una vecina porque mi abuela no tuvo leche. ¿Coincidencia?, ¿genética?, no lo sé, lo que si puedo decir es que yo lo intenté, lo luche y acepté mi “pequeña” derrota.
No me siento “madre de segunda” por no haberle dado el pecho, y mi relación con mi pequeño es increíblemente amorosa y nuestro vínculo muy fuerte y real.
Mi madre me dijo una cosa que siempre llevaré conmigo, “Trastadas, cuándo conoces a alguien tu le preguntas ¿eres de teta o de biberón?”
Yo le dí a mi hijo el biberón y no porque no pudiese darle el pecho sino porque no quise, fué mi decisión y no me arrepiento. Tanto mi pareja como yo lo meditamos y vimos que era la mejor opción para la vida que llevamos. Nunca nadie me ha preguntado si le he dado el pecho o el biberón y yo nunca se lo he preguntado a otras madres.
ResponderEliminarEso de que nadie te pregunte y no preguntar se llama respeto y escase mucho ultimamente. Bien por ti, por vivir como quieres. Gracias
ResponderEliminarYo pasé por algo similar. Evidente falta de leche. La pena es que nadie se molesta en intentar ver qué ha pasado y darte una solución.
ResponderEliminarCon mi bebé de 4 meses alimentado con biberón (no tenía nada de nada de leche desde hacía meses), me empecé a tomar pastillas de motilium (3, 3 veces al día) y a base de sacaleche, llenaba biberones de 125. Un exitazo para mí.
Con mi segundo todo fue mil veces más fácil, la experiencia me ayudó, intenté sin motilium pero lo tuve que tomar, mi bebé fue amamantado exclusivamente durante meses y ahora, a sus 16 meses, se me está destetando (a mi pesar).
Informate sobre el motilium, y si tienes que repetir la experiencia, prueba otra vez. Tuve una lactancia infinitamente feliz, que mi desastrosa experiencia de los comienzos con mi primer hijo no dejaba prever (no todo fue perfecto, pero el cómputo final es muy positivo).